Hace unas semanas se publicó en la revista "El Perro Paco", que principalmente trata temas de todo tipo sobre Madrid, un artículo en el que contaba mi experiencia como socio del club Mecatol Rex. El enlace es el siguiente.
Aquí copio el texto:
Mecatol Rex, el lugar donde la vida es juego
La afición a los juegos de mesa tiene en Madrid y alrededores varios clubs que reúnen a sus socios para compartir la afición lúdica, pero uno de ellos, Mecatol Rex, es en mi opinión el más importante tanto por sus dimensiones como por su número de socios e instalaciones.
Mecatol Rex ya ha tenido varias sedes en Madrid, siempre en el barrio de Carabanchel. Podría dar cifras que no dejarían indiferente a quien lea estas líneas, contar sus virtudes, hablar de sus increíbles instalaciones… pero estas cifras son solamente cifras, con la frialdad que caracterizan a los números, así que es mejor que os relate mi experiencia personal.
Desde joven me ha gustado compartir, con amigos y familiares, horas de ocio en juegos de todo tipo. Sobre todo con mis amigos, al igual que hacía deporte, echábamos una partida de dardos o de futbolín o nos retábamos al billar. También muy de vez en cuando y aunque no era una prioridad, teníamos tiempo para los juegos de mesa. Desde los clásicos como el ajedrez, el mus, el tute o las damas, a los familiares llamados de tablero, tipo Monopoly, Risk o Cluedo, juegos que podían hacernos pasar varias horas entretenidos.
Con el tiempo, siendo ya más adulto y en esas edades en las que algunos dejan de jugar para dedicarse a cosas ‘más serias’, conocí juegos de mesa un poco más avanzados. Jugué al rol, a Los Colonos de Catán, Carcassonne o Aventureros al Tren. Unos pocos pasos más adelante que podrían haberse quedado allí. Partidas muy separadas unas de otras y a juegos relativamente sencillos, que no ocupaban mucha parte del tiempo que me quedaba libre después de mis obligaciones laborales y familiares.
Pero todo cambió cuando, una tarde de verano de hace unos años, me pasé a conocer el club Mecatol Rex. Una visita que cambió mi vida jugona. Allí encontré un gran local ubicado en el barrio madrileño de Carabanchel que reunía todo lo que un medio novato en los juegos de mesa como era yo, podía imaginar. El local me impresionó: estanterías llenas de juegos, miniaturas, salas de rol, muchas mesas y sillas, y hasta comida y bebida para tomarse algún refrigerio durante la partida. Pero lo mejor del club, vi desde el primer momento que era, por supuesto y con mucha diferencia, la gente.
No se puede obviar que los juegos de mesa se juegan con gente, que uno de sus mayores alicientes es que es un ocio social, donde compartes mesa con otras personas. En mi caso, desde el primer día me sentí uno más en la familia mecatolera. Jugué mis primeras partidas con los ojos bien abiertos y enseguida encontré la amabilidad, simpatía y el conocimiento de la afición de otros socios, como valores que era imposible dejar pasar por alto.
Me estrené con juegos diferentes a lo que yo conocía y que no tenía ni idea de que existían. A partir de ahí todo fue rodado porque poco a poco me fui integrando en la dinámica del club. Grupos de whatsapp para novatos, para partidas de rol o para cuestiones generales del club. Un foro donde organizar las partidas. Reuniones anuales para votar democráticamente los cambios en la junta directiva y cuestiones que atañen al funcionamiento interno. Un sitio que nunca está cerrado ya que el socio consigue la llave del local después de un tiempo y puede organizar las partidas cualquier día y a cualquier hora, siempre que lo avise con antelación y encuentre gente disponible para jugar.
La afición a los juegos de mesa, como otros cientos de aficiones, requieren de ilusión, dedicación y después experiencia. Mis inicios fueron torpes como los de un recién llegado pero no tardé en bucear en todo lo relacionado con los juegos de mesa, y desde la jerga hasta las novedades que salían al mercado, se me fueron haciendo menos desconocidas.
Porque no podemos olvidar que los juegos de mesa son una de las aficiones con un crecimiento más importante estos últimos años, tal vez porque la pandemia hizo que muchas personas los descubrieran o tal vez porque, a diferencia de otras aficiones lúdicas (como los videojuegos), tienen un componente físico y social que los ponen en alza.
No soy sociólogo ni voy a hacer una tesis sobre las ventajas de jugar, pero simplemente puedo enumerar que jugar es entablar relaciones sociales, utilizar componentes físicos (tableros, fichas, cartas, miniaturas), aceptar las reglas que manejan el juego, aprender nuevas mecánicas, viajar a lugares reales o ficticios con la imaginación, fomentar el pensamiento abstracto, descubrir y asimilar nuevos conocimientos, trabajar en equipo, competir de manera sana, saber ganar o perder, etc. Jugar a juegos de mesa es algo bueno para todos los que quieran descubrirlo, no es una afición de niños ni es una afición de frikis, no es lógico ponerle etiquetas a una actividad que los que la ningunean lo hacen desde el total desconocimiento.
Volviendo a mi historia personal, ahora que era socio de Mecatol Rex, podía probar muchísimos juegos y seguir creciendo en la afición. Aunque jugué partidas con mucha gente diferente y me gustó infinitamente compartir mesa con cada uno de ellos, conocer a un grupo de socios que me acogieron como uno más también me sirvió para tener mi pequeño club dentro del club y así poder montar las partidas con mayor facilidad. Es muy interesante poder jugar partidas con personas que no conoces hasta el momento que te sientas en la misma mesa, pero hay que destacar que da una red de seguridad tener rivales con las que ya has compartido horas de juego y con los que sientes complicidad y afinidad. El club es el lugar idóneo para ello.
Ahora ya vuelo solo. Compro novedades en las tiendas, busco juegos de segunda mano, vendo o intercambio los que ya he quemado de mi colección, tengo socios a los que considero amigos, intento participar en las actividades del club y me siento un afortunado por pertenecer a un lugar con gente estupenda en el que poder disfrutar jugando. De eso se trata, de seguir jugando. Alguien dijo que la vida es juego y para mí no hay mayor axioma vital.
Mecatol Rex con su increíble local de 300 metros, sus estanterías con una amplia ludoteca (más de 1.000 juegos) a disposición de los socios, las salas de rol independientes del espacio común y sus otras características que no voy a enumerar, es un sitio de referencia en Madrid para los que nos llamamos jugones a nosotros mismos, para los que, como yo, valoramos tener cerca a gente con nuestra misma afición: jugar a juegos de mesa. Una afición que creo que me acompañará toda la vida.
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Este artículo sería una continuación de la serie que hice de "Crónicas de un jugador de juegos de mesa" que se completó en 11 artículos y que precisamente, acabó con el capítulo dedicado al club Mecatol Rex. Eso sí, esa serie de artículos la hice bajo un prisma más humorístico y en Perro Paco he intentado que fuera divulgativo para los desconocedores del club y de la afición a los juegos de mesa en general.