Juego en el que se simula una carrera de avestruces pero con la particularidad de que cada jugador tiene que intentar que queden en el puesto que le marca una carta robada de antemano.
Infantil por su estética y sencillas reglas aunque tiene su miga y es posible divertirse intentado engañar a los otros jugadores para que no se den cuenta de como queremos que acabe la carrera.
Con mis sobrinos la partida fue divertida y ellos se lo pasaban pipa mientras los mayores, siempre con ganas de ganar, usábamos distintas estrategias para lograrlo.